Hay momentos en los
cuales uno es muy bueno consigo mismo, y creo que determinadas cosas no fueron
tan graves o determinados papelones no fueron tales, pero la verdad es que si
fueron graves y la gente todavía nos recuerda llegando sin el uniforme el día
de la entrega de diplomas de la secundaria…eso pensaba el sábado a la noche
mientras buscaba la forma de descular las fuentes que me habían dado de “tarea”
la semana pasada en la Facultad… uno manipula sus recuerdos, a veces
movilizados por la propia vergüenza de un momento, a veces para no volver a
sentir eso que nos dolió tanto, a veces simplemente para que no se note la
propia estupidez.
Un lugar donde se
puede ver la manipulación de recuerdos en su mayor expresión es en los
velatorios…el muerto esta ahí, ni enterado de quien fue y de quien dejo de ir…
pero las cuñadas están más presentes que nadie, diciendo a quien quiera oír y a
quien no también (vamos a quien no lo han asaltado en un velorio, algún
pariente del muerto, en medio de una crisis de llanto) sobre las innumerables
virtudes del finadito. Yo me acuerdo perfectamente del velorio de mi abuela,
había sido por boca de sus hermanas e incluso de mi propia madre la mujer del
año, si aquella Linqueña que había criado a sus 11 hermanos, que se había casado
con un panadero, que con el esfuerzo diario habían logrado construir su pequeña
casa en Ramos Mejía, y que había terminado sus días junto aquella máquina de
coser que la misma Eva Perón le había regalado una tarde en la que había ido a
visitar la escuela donde mi abuela era directora, entre lagrimas y sollozos
todos recordaban a aquella mujer, pero
nadie decía que es misma mujer, había criado 11 hermanos, porque no le quedaba
otra, porque mi bisabuela era una tana mala que le daba a la matraca a más no
poder y había tenido 12 hijos, y que mi abuela siendo la mayor le toco comerse
el caramelo de cuidar a sus hermanos, porque mi bisabuela obviamente, tenía que
cocinar, lavar, planchar y demás cosas para 14 personas (si la contamos a ella
y a mi bisabuelo), mi madre no decía que mi abuela había logrado ser directora
después de laburar durante casi toda su vida doble turno y que había repetido
con ella la propia historia de su vida, no contaba que tenía 7 años y tenía que
preparar el puchero para las 8 de la noche cuando llegaba mi abuelo, porque la
gran mujer salía a las 6 de la tarde del colegio y el tiempo no le daba….ojo,
no discuto la grandeza de mi abuela, lo que me jode es que solamente se usan
los buenos recuerdos, o quien fue a un velorio alguna vez y escucho – menos mal
que reventó el cagado este, ahora no jode a nadie más!-.
Ojo que yo también lo
hago, me recuerdo mucho más brillante en mi adolescencia de lo que seguramente
era, y de eso me hizo dar cuenta la profesora de psicología el año pasado, cuando
me dijo: -uno idealiza demasiado su adolescencia -… y si puede ser, yo sé
perfectamente que las amigas que en aquella época tenía eran una manga de
idiotas, que vivían según les decía la “Para Ti”, pero creo que el vinculo que
nos unía no era tan fuerte, construí un recuerdo en el cual yo me daba cuenta
de que eran estúpidas y que no les daba más importancia de la cual
merecían, lanzando caras de superioridad
ante las tragedias de cómo vestirse el sábado a la noche, pero la verdad es que
yo estaba ahí, que me sentaba todas las tardes en la plaza con ellas, y que
seguramente si en aquel momento hubiera tenido el la sensación a la cual me
trasporta el recuerdo que construí de aquellas amistades, no habría pasado más
de una hora en toda mi vida con esa gente, pero bue…ahí estoy, reconociendo el
grupo desde el grupo y adelantándome a las tragedias, viéndolas venir con una
ceja levantada.
Seguramente, fui muy
feliz, allá por mis 18 años con Juan Pablo, pero no, elijo pensar que era un
salame, un soberbio que se bajaba del auto si yo atinaba a querer manejar, que
compraba 4 entradas en el cine para que nadie se pudiera sentar junto a
nosotros cada vez que íbamos a ver una película…que leía las revistas “Gente”
de la madre (de esto me acabo de acordar, y juro que cerré los ojos y moví la
cabeza como diciendo, porque estaba de novia con ese boludo…ven otro claro
ejemplo de que incluso ahora mientras escribo, manipulo los recuerdos, poniendo
por arriba algo que yo creo malo en detrimento de todo lo bueno que el flaco
tenía.), pero bueno volviendo, yo me acuerdo que la pasábamos bien, que nos
gustaba comer unas milanesas que hacían en un barcito cerca de la estación de
Morón, que íbamos mucho al cine a pesar,
que el muchas veces se dormía viendo la película, me gustaba cuando
estudiábamos juntos y me molestaba de sobre manera cada vez que venía Adrian,
pero ahora hago fuerza y no me puedo acordar de ningún sábado sin Adri ahí con
nosotros, no entiendo demasiado bien porque pongo lo malo sobre lo bueno,
porque no es que todavía este enamorada del flaco, no, de hecho soy más que feliz hoy por hoy con mi marido y
estoy claramente convencida que por nada en este mundo dejaría a Matías y menos
por un tipo como aquel, pero ahí está,
hecho pelota en mis recuerdos, me he encontrado incluso a mi misma
diciendo cosas tales como, poooobre él me quería tanto…. yegua! Eso es lo que
soy, si yo también lo quería, aaaaaaaaaaaaaah!, pero ojo!, él me quería más (me
retruco a mi misma)….no sé!... no me acuerdo quien quería mas a quien y además de donde saque ese convencimiento de que él me
quería...claramente manipulé y construí recuerdos de los cuales ni siquiera yo
misma tengo la certeza de si fueron o no así.
No sé, creo que
tampoco es bueno recordar a las personas o a los momentos tal como fueron, creo
que descubriría que un montón de cosas que yo recuerdo como especiales, se
volverían sosas, chatas e incluso no merecerían ser recordadas, será por eso
que agarro las fibras y las lleno de colores y dibujitos que no tenían en
realidad y que hago incluso mucho más oscuras cosas que en verdad no lo fueron
tanto, no sé en realidad de cuanto me acuerdo de los momentos con mis abuelos o
si fueron las cosas que mis viejos me contaron tantas veces que me hicieron construir
ese recuerdo, que pude manipular y moldear de mil formas hasta el punto en que
quedo perfecto y tal cual como está ahora y que me permite en esos momentos en
los que uno mira para no sentir angustia
alguna, sino que me roban una sonrisa.
Mariana
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