viernes, 4 de mayo de 2012

La manipulación de los recuerdos


Hay momentos en los cuales uno es muy bueno consigo mismo, y creo que determinadas cosas no fueron tan graves o determinados papelones no fueron tales, pero la verdad es que si fueron graves y la gente todavía nos recuerda llegando sin el uniforme el día de la entrega de diplomas de la secundaria…eso pensaba el sábado a la noche mientras buscaba la forma de descular las fuentes que me habían dado de “tarea” la semana pasada en la Facultad… uno manipula sus recuerdos, a veces movilizados por la propia vergüenza de un momento, a veces para no volver a sentir eso que nos dolió tanto, a veces simplemente para que no se note la propia estupidez.
Un lugar donde se puede ver la manipulación de recuerdos en su mayor expresión es en los velatorios…el muerto esta ahí, ni enterado de quien fue y de quien dejo de ir… pero las cuñadas están más presentes que nadie, diciendo a quien quiera oír y a quien no también (vamos a quien no lo han asaltado en un velorio, algún pariente del muerto, en medio de una crisis de llanto) sobre las innumerables virtudes del finadito. Yo me acuerdo perfectamente del velorio de mi abuela, había sido por boca de sus hermanas e incluso de mi propia madre la mujer del año, si aquella Linqueña que había criado a sus 11 hermanos, que se había casado con un panadero, que con el esfuerzo diario habían logrado construir su pequeña casa en Ramos Mejía, y que había terminado sus días junto aquella máquina de coser que la misma Eva Perón le había regalado una tarde en la que había ido a visitar la escuela donde mi abuela era directora, entre lagrimas y sollozos todos recordaban a aquella mujer,  pero nadie decía que es misma mujer, había criado 11 hermanos, porque no le quedaba otra, porque mi bisabuela era una tana mala que le daba a la matraca a más no poder y había tenido 12 hijos, y que mi abuela siendo la mayor le toco comerse el caramelo de cuidar a sus hermanos, porque mi bisabuela obviamente, tenía que cocinar, lavar, planchar y demás cosas para 14 personas (si la contamos a ella y a mi bisabuelo), mi madre no decía que mi abuela había logrado ser directora después de laburar durante casi toda su vida doble turno y que había repetido con ella la propia historia de su vida, no contaba que tenía 7 años y tenía que preparar el puchero para las 8 de la noche cuando llegaba mi abuelo, porque la gran mujer salía a las 6 de la tarde del colegio y el tiempo no le daba….ojo, no discuto la grandeza de mi abuela, lo que me jode es que solamente se usan los buenos recuerdos, o quien fue a un velorio alguna vez y escucho – menos mal que reventó el cagado este, ahora no jode a nadie más!-.
Ojo que yo también lo hago, me recuerdo mucho más brillante en mi adolescencia de lo que seguramente era, y de eso me hizo dar cuenta la profesora de psicología el año pasado, cuando me dijo: -uno idealiza demasiado su adolescencia -… y si puede ser, yo sé perfectamente que las amigas que en aquella época tenía eran una manga de idiotas, que vivían según les decía la “Para Ti”, pero creo que el vinculo que nos unía no era tan fuerte, construí un recuerdo en el cual yo me daba cuenta de que eran estúpidas y que no les daba más importancia de la cual merecían,  lanzando caras de superioridad ante las tragedias de cómo vestirse el sábado a la noche, pero la verdad es que yo estaba ahí, que me sentaba todas las tardes en la plaza con ellas, y que seguramente si en aquel momento hubiera tenido el la sensación a la cual me trasporta el recuerdo que construí de aquellas amistades, no habría pasado más de una hora en toda mi vida con esa gente, pero bue…ahí estoy, reconociendo el grupo desde el grupo y adelantándome a las tragedias, viéndolas venir con una ceja levantada.
Seguramente, fui muy feliz, allá por mis 18 años con Juan Pablo, pero no, elijo pensar que era un salame, un soberbio que se bajaba del auto si yo atinaba a querer manejar, que compraba 4 entradas en el cine para que nadie se pudiera sentar junto a nosotros cada vez que íbamos a ver una película…que leía las revistas “Gente” de la madre (de esto me acabo de acordar, y juro que cerré los ojos y moví la cabeza como diciendo, porque estaba de novia con ese boludo…ven otro claro ejemplo de que incluso ahora mientras escribo, manipulo los recuerdos, poniendo por arriba algo que yo creo malo en detrimento de todo lo bueno que el flaco tenía.), pero bueno volviendo, yo me acuerdo que la pasábamos bien, que nos gustaba comer unas milanesas que hacían en un barcito cerca de la estación de Morón, que íbamos mucho al cine a pesar,  que el muchas veces se dormía viendo la película, me gustaba cuando estudiábamos juntos y me molestaba de sobre manera cada vez que venía Adrian, pero ahora hago fuerza y no me puedo acordar de ningún sábado sin Adri ahí con nosotros, no entiendo demasiado bien porque pongo lo malo sobre lo bueno, porque no es que todavía este enamorada del flaco, no, de hecho soy  más que feliz hoy por hoy con mi marido y estoy claramente convencida que por nada en este mundo dejaría a Matías y menos por un tipo como aquel, pero ahí está,  hecho pelota en mis recuerdos, me he encontrado incluso a mi misma diciendo cosas tales como, poooobre él me quería tanto…. yegua! Eso es lo que soy, si yo también lo quería, aaaaaaaaaaaaaah!, pero ojo!, él me quería más (me retruco a mi misma)….no sé!... no me acuerdo quien quería mas a quien y además de donde saque ese convencimiento de que él me quería...claramente manipulé y construí recuerdos de los cuales ni siquiera yo misma tengo la certeza de si fueron o no así.
No sé, creo que tampoco es bueno recordar a las personas o a los momentos tal como fueron, creo que descubriría que un montón de cosas que yo recuerdo como especiales, se volverían sosas, chatas e incluso no merecerían ser recordadas, será por eso que agarro las fibras y las lleno de colores y dibujitos que no tenían en realidad y que hago incluso mucho más oscuras cosas que en verdad no lo fueron tanto, no sé en realidad de cuanto me acuerdo de los momentos con mis abuelos o si fueron las cosas que mis viejos me contaron tantas veces que me hicieron construir ese recuerdo, que pude manipular y moldear de mil formas hasta el punto en que quedo perfecto y tal cual como está ahora y que me permite en esos momentos en los que  uno mira para no sentir angustia alguna, sino que me roban una sonrisa.



Mariana




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