viernes, 3 de agosto de 2012

El aprendizaje de aprender


Supongo que es solamente cuestión de ir un poco atento por la vida para chocarse con millones de cosas sobre las cuales aprender, pero sobre todo creo que lo más importante de este recorrido es cuales son las cosas que podemos aprender, ya sean verdaderamente útiles o conocimiento al pedo liso y llano.
Creo pensar que hay dos formas de conocimiento, ese que uno trata de un modo casi forzoso, donde nos esforzamos por memorizar frente al mapa con las capitales del mundo y ese otro tipo que sucede solo, por si mismo, que viene de libros también en muchos casos, pero que nos sorprende mucho mas por otros medios, de otras formas y que uno no asimila con demasiado esfuerzo, que simplemente es incorporado por vaya a saber uno mismo que artilugio de la ciencia, pero vamos que mejor forma de conocer a Buenos Aires que por medio de aquella canción y de esa sonrisa cómplice que nos acompaña cuando pasamos por aquel lugar…desde que escuche  Buenos Aires de Páez, hace años atrás no puedo dejar de definir al planetario como algo alto y voluptuoso…
Yo tal vez del lugar que mas aprendí es de los libros, pero bueno siempre fui una suerte de rata que enamorada de aquellas hojas viejas, ajadas y llenas de humedad encontraba su lugar en el mundo leyendo. Aprendí a recorrer las calles de Buenos Aires junto a Sábato, logré entender cómo era la cuidad allá por los años 40 y como era la ruralidad de la mano de Borges y sus grandes cuentos, aprendí las calles de Londres gracias a las novelas de detectives, pero por sobre todas las cosas aprendí a resolver misterios y asesinatos, logré oro tipo de pensamiento.
Aprendí jugando también con mis tan queridos juegos, los mapas resultan ser mucho más fáciles de leer después de años de tener que verse uno forzado a entenderlos. La gente incluso es más fácil de entender cuando uno la ve de frente sin poder manejar la frustración. Aprendí como asediar un castillo durante dos horas y hacerlo caer…aprendí a mejorar mi ingles y a chapucear un poco de francés y alemán. Me olvidaba…aprendí todo lo que se puede saber sobre los lobos, pero todo, desde cuanto tiempo pueden sobrevivir sin comida o sin agua, hasta de qué forma hacen las madrigueras para tener cría. Es verdad que esto último es mucho menos productivo que la toma de los castillos, pero bue uno nunca sabe.
No me gustaría caer en el lugar fácil de aprendí de mis viejos y de mis amigos, de mis hermanos y mis compañeros, (acabo de aprender que pasa con la ropa que se sacan los deportistas antes de hacer alguna actividad en las olimpiadas, aparece uno atrás con un canastito y la junta). Igualmente me parece que uno aprende en la medida que está deseoso de conocer, de saber y no en medida de lo que uno cree recibir, a ver…poco sabríamos de casi todo lo que ahora sabemos si no nos uniera un lazo, si no buscáramos tejer una relación con el conocimiento, y repito no hablo de un libro de física, hablo de aprender a sentirse bravo con un 4 o de  descubrir el Avanti gracias a una canción de Almafuerte.
Creo que de verdad es solamente una cuestión de actitud, es ir con los ojos y los oídos un poco más abiertos que lo de costumbre, hay infinidad de cosas afuera y dentro de nosotros mismos de las cuales podemos aprender y muchas de ellas nos sorprenderían de una forma más que grata, no solamente por si algún día nos quedamos perdidos en Flores y debemos recordar cuales son las calles que no tenemos que transitar a fin de evitar encontrarnos con Mandinga, o tal vez, para solo saber que no se debe invadir Rusia en invierno bajo ninguna circunstancia.


El aprendizaje de aprender


          …qué gran punto mi adorada Mariana, qué gran punto hemos decidido tocar. Qué gran punto, cómo aplaudo y celebro poder tener la chance de desparramar algunas letras analizando qué hemos aprendido, de qué, cuántas aristas tiene esto. Son esos goles que salen de un rebote, esos rebotes amigables que se dan poco pero en momentos clave, esos imposibles de desaprovechar, esos que se recuerdan con el tiempo.

          “Como vos y como nosotros tres, que viajando en el sonido nos soñamos ayer y lo cumplimos hoy” canta Iorio. 50 años recién cumplidos Ricardo, cuánto habrá aprendido en ese camino que fue desde soñarse hasta ser? De quiénes? No puedo saberlo pero fui testigo de los resultados de esos aprendizajes, en ese puñado de discos de distintas bandas que son fotos de una persona con el paso de los años. La urgencia, la rebelión, la parsimonia, el aburrimiento, el pedo en la cabeza, todas fueron fotos de un Ricardo Iorio que dejó asentado en cada letra dónde estaba, por acción o también por omisión. También atestigüé a Metallica, su álbum negro y la explosión mundial, su pelo corto con un mundo puteándolos y tratándolos de trolos, atestigué incluso a los que los puteaban cómo llenaban tres River en distintos años, y aparte de reirme también aprendí. Atestigué a Fito Páez pasar de antihéroe barrial a héroe inalcanzable, atestigué instituciones, uy dio’, las instituciones! Atestigüé gobiernos enteros que nos llevaron por donde quisieron, y lo que no pude atestiguar en el momento me preocupé por atestiguarlo para ver qué se puede aprender.  En esos libros que son fuente absoluta y constante de aprendizaje hasta en las novelas de Poirot. Cuánto se aprende de ellos, qué maravilla…pienso en la iglesia, puta, qué fuente inagotable de enseñanzas…ah claro, no se entiende dónde estoy yendo, perdón, pero…qué enseñanza es más fuerte? Cuando se aprende lo que hay que hacer, o cuando se aprende lo que no hay que hacer?

          Porque claro, es casi simple contarles qué he aprendido, de hecho acabo de mostrar una fotito pequeña. Sería esta la parte positiva…vamos a intentar resumirlo, porque podría seguramente estar varias páginas analizando y compartiendo mi experiencia personal. Sería eterno mencionar todo lo que he  asimilado de los acordes que me trae la música, desde el mismo momento en que recuerdo que la conocí como tal, desde ese clave y puntual 1987, de esa noche que nunca pude olvidar en la desaparecida casa de mi igualmente desaparecida abuela, ahí en un Villa Crespo que era barrio como tal, completito, y no como ahora que ha reducido su tamaño a favor de varias distintas formas de decir “Palermo” en una guerra de tilinguería dialéctica absolutamente digna del momento citadino. Esa noche estaba en la escalera que iba a la terraza. Mirá, allá está el helecho, ese que cada tanto (porque algo de culpa me daba) le agarraba una hoja desde una punta y tiraba hacia abajo, “Srrrrrrrrrac!”, y dejaba sólo el palito y todas las hojas caían en mi otra mano que estaba abajo esperando ser el receptáculo de la maldad. Y eso que yo recuerdo como culpa seguramente no es tal; es aprendizaje. Bueno, esa noche en que la música dejó de ser algo que estaba de fondo para mí la recuerdo vívidamente. Y es curioso, porque uno generalmente no recuerda un día entero de su más tierna infancia, al menos en mi caso tengo highlights, y pensándolo bien…no serán acaso esos highlights que tengo en la mente y reviso de tanto en tanto los momentos que me han enseñado? No son acaso esas las pruebas de carne del momento aprendido, no son los primeros tatuajes que me han dado esta cara, este aspecto, esta forma de hablar?

          Esa noche conocí a la música, y desde ese día hasta hoy me ha enseñado un enorme porcentaje de lo que soy. A nivel mental, a nivel físico y en especial a nivel emotivo. A ver…déjenme simplificarlo. Vieron que hay palabras que no son tangibles, que uno cree que entiende cuando el otro la usa pero no lo entiende del todo. La esperanza, el amor, el odio, cuando uno las escucha cree que más o menos el otro siente lo mismo, pero no es muy probable. Hay gente que, como yo, por odio se aleja. Otros por odio asesinan. Y en el medio de nosotros hay millones de formas distintas de mostrar y sentir el odio. Una de esas palabras es “pasión”, y de la música y del fútbol he aprendido y tengo una idea bastante acabada de lo que esa palabra significa para mí, y mueve cada músculo de mi cuerpo. 

                Yo aprendí de la pasión. Era tan simple como eso y me extendí, quizás para que evitar que tengan sólo una frase de mi parte.





Fer