viernes, 5 de julio de 2013

El pixel muerto


El pixel muerto es algo más que una manchita molesta en algún recóndito lugar de la pantalla. El pixel muerto es lo que nos vuelve mortales.  Es lo que nos llama a la realidad de un momento a otro, aparece, ahí está, es innegable, es inexorable. Nos recuerda los errores, los fracasos, los desamores propios y ajenos, los descuidos, las faltas de prudencia y de cuidado, la falta de deberes, nos recuerda todo lo que hicimos mal y lo reafirma, lo recalca... lo hace notorio. Es la foto que nos inculpa hasta las orejas. Nos acusa y nos sentencia al mismo tiempo, nos señala. Nos remarca el error, lo hace sentir, nos lo hace sentir. Es la piedra que mata a Goliat.
Uno va por la vida valorándose un poco más de lo que debería. Va tal vez, creyéndose un poco más inteligente, un poco más flaco, un poco más lindo, un poco más intelectual, un poco menos superficial de lo que verdaderamente es, hay gente que se cree muy mucho más, pero eso ya es patológico, no nos ocupa verdaderamente. En fin, uno va y de golpe aparece algo que nos llama a la realidad. Nos clavan un 2 en un final, no nos entra ese jean tan lindo que vimos en la vidriera, nos dicen que no somos una persona con la cual se pueda construir una familia, babeamos ante una simple pregunta que no sabemos cómo resolver, nos ponemos a ver a Santiago del Moro. Es ahí, justamente ahí, donde el pixel se murió. Es ahí donde la vuelta al estadío anterior se hace casi imposible.
Aprender a vivir con el pixel muerto nos separa, nos aleja de aquellas personas que ante el inminente horror salen corriendo y reparan o sustituyen de forma casi mecánica el aparato defectuoso. Aprender a vivir con el pixel muerto no es una tarea fácil, es recordarnos cada 5 minutos que ahí estamos, siendo mucho menos perfectos de lo que creíamos, brillando mucho menos de los que creíamos brillar. El pixel muerto es el llamador a la realidad, pero a una realidad de la cual debemos hacernos cargo, una realidad que nos reclama, si señores no somos la ultima coca cola del desierto, somos esto, gente que no da mucho más de que actualmente da, que no es tan brillante como cree serlo.
 Gracias a los pixeles muertos que nos recuerda cuan humanos somos, cuan imperfectos somos, y que nos recuerda que la superación es un deber, que un pixel muerto llama otro, y por lo tanto debemos esforzarnos hasta el hartazgo para que la pantalla no se apague, para no quedarnos en la más absoluta oscuridad.


Mariana. 

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