viernes, 8 de junio de 2012

Relaciones Unilaterales


La mirada, simple y sin más, siempre conllevaba a una sonrisa compartida, a un chiste, a una risa, era así, cada vez que estaban juntos, sea donde fuere ellos lograban divertirse.

Cuando la madre de Manuel murió, ella se entero pasada la tarde, sabía que estaba mal, lo había notado preocupado durante semanas, pero ese pseudo pacto que tenían, en el cual ninguno debía interesarse demasiado por la vida del otro, le había impedido preguntar mucho más de lo que él quisiera contarle sobre el tema, Manuel solamente algunas veces hacia algún comentarios sobre sus niños, a lo que ella sonreía amablemente, jamás mencionaba a su mujer y Julia verdaderamente lo agradecía en silencio. Pero la tarde en que velaban a la madre de Manuel, ella decidió salir, sutilmente, de ese velo de sombras en que ambos vivían.

Tomo su cartera, esa que la había sorprendido comprándola, ella no solía hacer ese tipo de compras, muchos de los rincones del universo femenino no eran existentes en ella, incluso muchas veces renegaba de tal cosa, veía a sus amigas arregladas, pasar horas en la peluquería y no podía mas que entender que era un despilfarro de tiempo, el cual podía ocuparse en otras cosas... -si no paso una hora cambiándome para venir al trabajo, puedo salir un poco más temprano de casa, pasar por un vaso de café e ir tomándolo mientras camino a la oficina y me fumo un cigarrillo, un jean, unas zapatillas y una remera no me hace peor team leader  que a vos que te llevo una hora y media salir de tu casa - solía decir mientras arqueaba una de sus cejas al hablar con algunas de sus compañeras de labor.

Camino hasta la puerta de entrada a su departamento y volvió unos pasos hasta la mesa donde estaba esa media esfera que servía de llavero y tomo las llaves del coche, había pensado en tomar un taxi, pero se arrepintió a último momento. La casa velatoria quedaba a unas 30 o 40 cuadras del departamento, en una zona de antiguas calles adoquinadas, le gustaban esas calles, le recordaban a las de Buenos Aires y mientras durara el viaje  se sentiría feliz de recorrerlas, no se sentiría tan extranjera o tal vez si y aquellas piedras solo la trasportaban a su lugar por un rato.

Estaciono una cuadra antes y todavía con las manos en el volante pensó si debía entrar en realidad, si su sola presencia no levantaría sospechas y tendría todas las miradas sobre ella, no conocía a nadie salvo a Manuel y ni siquiera sabía si el se sentiría cómodo de verla, aunque fue él quien le mando ese mensaje al móvil avisándole del acontecimiento, habían estado juntos en la hora del almuerzo y era raro, más que raro que volvieran a saber el uno del otro hasta el próximo día mas o menos a la misma hora, ella trabajaba solo a dos calles de la oficina de Manuel y tenía dos horas para almorzar, él, cómo era su propio jefe, hacia casi lo que quería con sus horarios, por lo tanto era el momento del almuerzo y en la oficina de el donde se encontraban, ese era el lugar que los dos habían sabido construir secretamente, era allí donde ella lo miro a los ojos la primera vez y lo beso luego de su segundo almuerzo como amigos, era en esa oficina en donde habían cultivado su relación, esa oficina que parecía una casa más que un lugar para trabajar, a la esposa de Manuel le había llamado la atención unos meses atrás ver una cafetera nueva, el no era un hombre que soliera tomar café, un te cuanto mucho, pero no era amigo de las bebidas caliente, Julia en cambio había dado literalmente un salto de alegría al ver la cafetera nueva que el había comprado exclusivamente para ella y para que no continuara con las quejas sobre no tener completamente a su disposición aquella bebida negra.

Se miro ella misma a los ojos en el espejo retrovisor del auto, se puso las gafas de sol y salió, guardo las llaves en su cartera marrón y la apretó contra su cuerpo, como si el bolso aquel fuese una especie de salvavidas, prendió un cigarrillo mientras caminaba y se seguro de apagar su móvil para evitar que sonara y que quienes no hubieran advertido su presencia de golpe la notaran.
En la puerta vio algunas personas, se alegro de divisar entre ellos al hermano de Manuel, lo había conocido unos meses atrás cuando apareció repentinamente y sin avisar un medio día en la oficina de su hermano mientras ellos habían bajado a comprar café para ella. Manuel había abierto la puerta mientras la besaba y para sorpresa de todos, su hermano estaba allí, buscando unos documentos. No había sido la mejor forma de conocer a alguien del circulo tan intimo de su amante había pensado Julia, pero bueno no podía hacerse mucho más sobre la situación  que en ese momento se había vuelto más que explicita. Pero verlo allí, incluso a pesar de todo la tranquilizo, ya no debía caminar directamente a Manuel para dar el pésame, ahora podría saludar a su hermano primero y cuando los demás preguntaran sobre quien era ella, la explicación se transformaría en un problema para el y ya no para ella o  Manuel.

Con un nuevo aire de confianza renovada se dirigió al más joven de los hermanos, quien al verla el se sorprendió , Julia esbozo una sonrisa de calma, se acerco, lo saludo con un beso en la mejilla y con un tono de voz bajo y dulce dijo: - lo siento mucho en verdad, solo pase para saber si podía ser útil en algo, lo siento, iré a saludar a tu hermano si me lo permites - , el joven sorprendido ante la presencia de la mujer, la misma mujer que había visto con su hermano tiempo atrás, esa mujer que debía tener su edad y no los diez años más que su hermano le llevaba, se había materializado frente a él, sentía sus nervios y eso lo hizo sentirse más nervioso o incomodo aun, Julia miro a la mujer mayor que estaba junto a quien ella había inmolado solo con un saludo y volvió a decir lo siento. Apretó nuevamente la cartera sobre su cuerpo, se quito las gafas y entro a la habitación donde ella sabía estaría Manuel.

Al entrar en la sala lo vio inmediatamente, el también la vio a ella, pensó en que bonito se veía con ese traje negro, pero trato de no fijar la vista en el, busco ya que los conocía a los pequeños hijos de Manuel mientras echaba una mirada rápida por todo el recinto, pero no logro verlos, a quien si vio, sentada en un sillón tomando la mano de una anciana fue a Ana, la esposa de Manuel, la conocía por fotos que estaban en la oficina la primeras veces en que ella la frecuento, le llamaba la atención y la intrigaba como esas fotos habían ido desapareciendo, recordó que cuando le pregunto a Manuel, este culpo vagamente a la mujer que hacia la limpieza y dijo algo de marcos rotos y que debía comprar nuevos pero siempre se olvidaba, Julia en ese momento no pudo esconder la felicidad de creer que las fotos estaban desapareciendo por su causa, sonrió y beso a Manuel.

Luego de aquel paneo visual y general volvió su vista a él, no parecía fastidiado de verla, en mas le sonrió, disimuladamente y sin hacer demasiado alarde de ello, eso la tranquilizo, se acerco, lo saludo tal como había hecho con su hermano, le dio un beso en la mejilla y antes de poder decir lo siento, escucho la voz de Manuel en su oído diciendo gracias, que bueno verte. Se aparto de él cómo impulsada por un resorte, -necesitas algo?-, pregunto Julia. -Ya no-, respondió Manuel con un tono de alivio.- Entonces mejor me voy verdad?, solo quería saber cómo estabas.-
-Estoy bien quédate tranquila, gracias por venir, mañana no iré a trabajar, no sé cuanto más tiempo lleve esto y me preocupa un poco mi padre, pero cuando todo vuelva a la normalidad te llamo, está bien?- pregunto cómo buscando aprobación sobre el itinerario a seguir, ella se sorprendió, evidentemente podía reclamar mas atención de Manuel de la que ella creía que en verdad podía, ya no eran solo pequeños gestos, pequeñas caricias en momentos que no las requerían, era algún tipo de plan en el cual Manuel la incluía de lleno, no sabía que decir, no sabía que pensar, estaba sorprendida, escucharlo en voz baja, con esa voz que tanto le gustaba a Julia decirle aquello la extraño profundamente. -Acomódate y ocúpate de lo que debes, el resto...luego vemos, me voy -  dijo mientras que por el rabillo del ojo vio a Ana acercándose,  - me voy, te dejo que des las explicaciones que puedas, ah, salude a tu hermano en la puerta. - dijo mientras se acercaba para despedirse de Manuel, y en ese instante el arremetió con todo sobre el corazón y la cabeza de Julia...- te quiero nena, lo sabes, gracias - dijo y  se aparto de ella para ir a interrumpir el paso de su propia esposa.
Julia quedo inmóvil, esta vez cruzo la cartera sobre su pecho y la apretó con sus dos brazos junto a ella, quería salir corriendo de ese lugar, si podía junto a Manuel, pero si no, no importaba, quería salir corriendo, pero sabía que no podía, apuro su paso lo mas rápido que pudo pero pensando que debía regularlo sino parecería que estaba huyendo de algo y las demás personas podrían pensar algo, cualquier cosa, y ella lo único que quería evitar era que alguien de los allí reunidos pensara algo, lo que fuera sobre ella.
En la puerta casi que no pudo contenerse,....si alguien había oído lo que Manuel le había dicho?, si Ana había escuchado?, pensó todo lo malo que podían significar esas palabras saliendo de la boca de Manuel y se aterro,  no pudo contra ello, corrió, corrió muy rápido hasta su auto, metió la mano en su bolso agarro las llaves, subió y manejo un par de cuadras escapando de algo que ni siquiera ella sabía.
Finalmente a unas diez calles de la casa velatoria, estaciono en una cuadra repleta de arboles.
Busco la caja de cigarrillo dentro del bolso que había tirado en el asiento de acompañante, todavía estaba nerviosa y necesito revolver todo lo que allí había hasta dar con la caja, saco un cigarrillo y lo prendió, noto que la mano donde sostenía el encendedor le temblaba un poco a causa de los nervios, se dijo a sí misma en voz baja dentro del coche, ya esta, ya paso como tratando de tranquilizarse. Pensó en prender su teléfono celular, si Manuel a demás de la muerte de su madre estaba ahora teniendo un problema marital, era su responsabilidad y debía tener el teléfono prendido en caso que el necesitara reprocharle a viva voz su aparición en el velorio. Era conciente de que aquella situación había sido provocada solo por ella.
Estaba aterrada, comprendió en ese mismo momento como todo había cambiado, las cosas ahora eran diferentes, ella estaba completamente enamorada de Manuel, pero el había dicho aquellas palabras y para ella habían sonado como una sentencia, ahora la persona que estaba del otro lado había materializado sus sentimientos, se los había tirado encima como una bolsa pesada de la cual ella debía hacerse cargo, las cosas no tenían que ser así pensó un y otra vez, al tiempo que las lagrimas ya empezaban a saltarle de los ojos, ella no quería que Manuel la quisiera, eso la comprometía, la obligaba a actuar en consecuencia, alguien iba a esperar de ella, eso la incomodaba tanto, le erizaba la piel. si algo le gustaba de aquella relación era justamente eso que Manuel había echado a perder solo unos minutos atrás, ella estaba lista para cuando llegara un final, ella sabía perfectamente que podía manejar sus sentimientos, jamás le habría hecho sentir esta carga a él, empezó a enojarse, al tiempo que pensaba que la acción se había tornado estúpida desde el momento que había salido de su departamento. las cosas no eran así y no debían ser así, aquel “te quiero” era cruel, había transformado una relación unilateral en algo de a dos, en algo compartido y Julia no podía hacerlo de esa manera.


Mariana.

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