Cada una de las veces que te
jactaste, te mentías. Cada una de las veces que me nombrabas era un formalismo.
Cada risa compartida fue falsa, cada momento compartido lo tomé como
obligatorio. Si estuve en reuniones con vos fue por los demás participantes.
Bah, en realidad no sé si fue siempre tan así, seguramente en algún momento
creí que era honesto con todo esto, seguramente encontré excusas que me han
resultado convincentes cuando busqué una respuesta. Quizás necesitaba hacerlo
convincente y contarte en un grupo en el que no estás. Pero todo lo que
representás es erróneo. Todo lo que vos creés ser no es, y está bien si querés
creer serlo. No puedo quitarte fantasía alguna, sólo aquel que roba fantasías
tiene la posibilidad concreta de asesinar una parte de alguien y no soy capaz
de tal crimen. No te culpo. No es un mal grupo, es muy complicado acceder a él.
Un tipo que no sale a bailar, un tipo que no mira a Tinelli, un tipo que no es
putañero ni se gasta fortunas en parecer y que, encima, con tanto tiempo libre
se pone a pensar. No, no es un mal grupo. Pero vos no estás. Demostrarte no
estar, y no te culpo, quizás no quieras estar en un grupo en el que se analiza,
muchas veces no conviene. Por lo tanto es de común acuerdo quizás, no pienso
asumir la total responsabilidad de esto, no puedo decirte que te echo de mi
grupo. Ni siquiera en eso quiero tener la soberbia de creer que puedo saber más
que el otro acerca de cómo es la vida, de cómo debe vivirse, de cómo encarar
diferentes situaciones. Pero cada tanto uno también, en el análisis, acude al
recuerdo, repasa lo pasado nunca pisado cuando necesita encontrar razones que
le hagan dar cuenta de por qué en realidad uno es como es. Y cuando uno mira lo
que los gringos llaman “The big picture”, cuando uno piensa en la vida propia
como si fuera un capítulo de Behind the Scenes y repasa esos highlights de la
vida con cierta profundidad y ve que en esos momentos hay personas que se
repiten en todos, y claro, también nota, quizás con sorpresa, a los ausentes. Y
ahí es donde veo que no estabas y me dispongo en este acto a rever tu
inclusión, como decía antes, en este grupo tan selecto, tan protegido, y a
pesar mío y achicando una muy corta lista, lamentablemente te elimino de mi
vida, te baneo, te borro, te borro con shift y paso el CCleaner, te mando a la
recontra puta madre que te parió pero deseándote la más saludable, feliz y
próspera vida tanto para vos como quienes te rodean, que no me incluyen ni
incluirán. Porque estar y hacer cagadas es de hombres, estar y equivocándose es
de hombre. Quien tiene códigos se anima a embarrarse en la cagada y se mete de
cabeza en empresas que son complicadas porque esos son los momentos en los que
uno muestra de qué está hecho. Por lo tanto quien se haya equivocado estando
cuenta con mi apoyo. Y quien se borró, quien estuvo desde la ausencia y no
desde el respeto silencioso…ese me da vergüenza de género. Es algo que no puedo
ser. Es algo que no soy.
Todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario