Esta semana por diferentes motivos (ninguno menos importante), tanto Fer como yo tenemos la cabeza en otras cosas (y quemadisima) y la verdad es que pese a tener un tema no pudimos escribir nada y nos parecia que el trato que merecia debia ser otro, asi que les pedimos disculpas, pero esta semana no publicamos, cerramos por reformas de nuestras cabezas.
Buena semana para ustedes.
Un tópico elegido arbitrariamente, dos miradas, dos lecturas independientes. Sin censuras, sin limitaciones ni de formas ni de extensiones, sin siquiera saber qué es lo que escribe el otro. Buscamos la profundidad en la pelotudez, y la pelotudez en la profundidad. Y créame, la encontramos seguido. Bueno, qué mira? Usted hace terapia, nosotros escribimos.
viernes, 22 de junio de 2012
viernes, 15 de junio de 2012
Taras Personales
Si me viera con la (forzosa)
necesidad de escribir sobre las taras personales, en primer lugar patearía la
pelota afuera para no tener que necesariamente hablar de las mías, ya que seré
muy limpita, pero no tengo muchas virtudes más. Asi que por lo tanto, tiro mi
silla para atrás, me acerco a la planta
que tengo en la esquina de la habitación, me sirvo un vaso de vino y me digo a
mi misma, juzguemos a los otros!
Creo que ese es mi mayor problema, es la respuesta a la
pregunta: ¿por qué me alejo de los otros?...porque no me banco la mediocridad,
no me banco esa gente que se conforma con tan poco. Ojo, que hablo de
conformidad y no de ser feliz, porque yo soy feliz con prácticamente nada, con
un vaso de coca y unas lais, las patas arriba de una silla y un partido del
rojo, incluso dando asco como da ahora…pero ahí está, no me conformo con que el
rojo de asco, no dijo - será de dio´!.Mirá que mal juega esta gente- al tiempo que me resigno, me conformo con la
herencia paterna. No señor!, grito, me enojo, insulto al televisor, insulto
desde la tribuna… la vida no me pasa y sé que suena opa pero, la vida no me
sucede, la vida la vivo y cuidado, con esto no quiero decir que los sábados a
la mañana vuelo en parapente para sentirme viva, no, no y una vez mas no, si
tengo que aclararle eso es que usted mi querido/a no ha entendido nada.
El gen del hombrecito gris es lo que me parece repudiable,
esa gente que vive entre la dicotomía, tan bien explicada por Pacino, de miro,
pero no toco… toco pero que no me guste…. que me guste pero que no lo disfrute.
No mi viejo, así la cosa no es! y no pretenda tenerme cerca suyo si es así como
se va a conducir en la vida, no haga el Taj Mahal de cosas pequeñitas como
comer una porción menos de pizza el fin de semana o tomar una seven up mientras
sus amigos toman cerveza, no me cuelgue el cartel de drogadicta porque disfruto
de aquel faso que usted se niega continuamente, porque eso tampoco funciona.
No me tome de animalito exótico, porque hago aquello que
usted se muere de ganas de hacer, no me tilde de “mira que despreocupada es”
solo porque me compre (como me compro todos los años desde que cumpli 15) mi
par de all stars verdes manzana…., no
soy “fresca” por usar eso, no soy una persona que pasa por la vida con una
liviandad completa, solamente por no echarme 10 kilos de maquillaje para ir a
la universidad, no para nada, a mi la vida me pesa y mucho, todo el tiempo mi
superyó adicto a las artes marciales, me patea para hacerme respetar la senda,
para que no me olvide que solo lo pesado tiene verdadero valor, que lo liviano
mis queridos, es intrascendente, es hasta en algún punto ofensivo y
despreciable.
Tapar las ganas de comerte un choripan en la calle con tu
mujer con un celular caro, tapar las ganas de sentarte a jugar al pes en la
Play con obligarlo a que se gaste una fortuna comprándote una cartera para tu
cumpleaños, los hace livianos, los hace olvidables.
Por lo tanto, batalle, si, batalle todos los días como le
batallo yo, batalle hasta que duela,… no busque la liviandad por ser lo mas cómodo,
por ser lo que tiene más a mano, por ser eso que esta ahí y no demanda mucho
esfuerzo. Batállele a esa tara personal…al fin de cuentas es solo eso
batallarle…porque es mucho mejor
trascender como “el sorete” que como “el pelotudo”.
Mariana.-
Taras Personales
Cuántas taras nos persiguen. Cuántos
problemas inexistentes nos regalamos por no hacernos cargo de algo que
realmente somos o queremos, por piolines inexistentes de ataduras imaginarias
que nos agarran, nos aprietan, nos censuran, nos tapan la boca con las dos
manos para que no gritemos nuestra verdad, nuestra forma de ser, y nos mentimos
todos los putos días de la vida con que queremos cosas que en realidad no
queremos ni en pedo, hasta incluso que ni siquiera nos calientan, cuando lo que
realmente queremos es lo más simple.
Pero claro, conlleva el hecho de
hacerse cargo. Y no parece ser empresa sencilla.
Este pequeño prólogo es una forma de
derivar los hechos hacia el terreno en el cual me permita contarles, quizás por
vez primera y única, una infidencia personal. Dejé de fumar. No es algo que me resulte poca
noticia, fumo desde muy chico y nunca paré hasta el día de hoy, de hecho creo
que puedo recordar los días enteros que no he fumado y han sido muy pocos en
estos más de 15 años. Sinceramente no sé si será definitivo o será un impasse,
no lo sé y tampoco me interesa saberlo. El tema es que dejé de fumar. Dejé.
Corté. No hice tratamientos, no me mentalicé, no discutí con nadie, ni siquiera
conmigo. No me cuesta dormirme, no transpiro, no me hice acupuntura, no me
tragué un vaso con ceniza, no necesité nada más que querer hacerlo. Y esto lo
escribo y aparenta ser una ostentación, pareciera ser la palabra de un ser
superior, alguien que tiene los secretos de la vida, que la tiene muy grande,
como diría gente que admiro, “La última Coca-Cola del desierto”. Pero no.
Quiero que hablemos de una teoría.
Estos días me sirvieron mucho para
pensar. Me di cuenta también gracias a una oportuna charla, que la ausencia del
cigarrillo le había regalado nuevas horas a mi vida. Todos esos momentos vacíos
que uno llenaba con el cigarrillo se manifestaron, en su ausencia, más vacíos
que nunca. Esperas de colectivo, café en la PC, el tiempo de carga de un video
en Youtube o hasta incluso las de liberación corporal. Todos esos momentos
ahora se juntan, se amontonan en el día, y es menester encontrar con qué
llenarlos, ya que el cigarrillo ha dejado de ser una opción. Y pensar se
transforma rápidamente en un reemplazo válido; cuando se termina una etapa, no
está mal analizar pros y contras.
A lo largo de todos estos años sostuve,
cuando alguien me planteaba que quería dejar de fumar, que yo no tenía ese
problema; yo de hecho disfrutaba hacerlo y no imaginaba muchas situaciones de
la vida cotidiana sin un cigarrillo, y ni siquiera pensaba en dejarlo.
Muy pocas veces, no más de dos, alguien
me manifestó que coincidía conmigo. Todo el resto mantenía, con mayor o menor
vehemencia, el hecho de querer dejar y no poder. Escuché historias terribles,
intentos fallidos, desagradables anécdotas familiares, cálculos con sumas a
largo plazo creando proyecciones económicas del estilo “A esta altura con la
guita que gasté en fasos me hubiera comprado un Gol” y hasta detalles físicos con precisión
científica de los cambios corporales que conlleva el hecho de abandonar el
vicio. Y me lo decían fumando.
Y es hora que lo sepan. Son unos
caretas. Todos ustedes. Háganse cargo, putos, de una vez por todas.
La gran verdad es que no quieren dejar.
No quieren dejar de fumar, no tienen ganas de dejar. Tampoco quiero poner todo
en los fumadores. Apunto a muchas cosas. Apunto al flaco que quiere tener el
pelo largo, como lo tenía a los 15, pero se lo cortó a los 24 porque era
políticamente correcto. Apunto a la flaca que se muere por comprar una remera
de 47 Street pero no quiere sentir que está llevando puesto algo que “es de
nena” y dice que esa etapa de vestimenta ha sido superada. Apunto al que tiene
la guitarra arrumbada en el ropero y la mira con tristeza. Apunto al que va a
bailar sólo para sacarse la foto con el logo del boliche como hacen las
modelos, pero adentro se siente sapo de otro pozo. Apunto al que no le hace
babucha a la novia por la calle, al que ya no sale sin paraguas.
Creo que pareciera que hablo de gente
joven, de mi edad. No, estas censuras nos las fabricamos constantemente.
Ustedes notaron que las mujeres, llegada determinada edad, se cortan el pelo
bien cortito? Y generalmente la excusa es “Ya no estoy en edad para tenerlo
largo”. Señora, usted quiere tenerlo largo y algún dogma pelotudo le metió en
la cabeza que si tiene más de 60 tiene que ponerse una pollera azul oscura,
zapatos simil monja y el recontraputo saquito de lana, que no sé de dónde
carajo los sacan porque no veo una sóla casa que venda ropa para viejas, pero
todas se visten igual.
Debe haber un negocio que no conozco,
un “Geronte’s”, algo así.
Señores por favor háganse cargo. La
vida está llena de hermosísimas pelotudeces que queremos hacer y no hacemos, o
que no queremos dejar de hacer pero decimos exactamente lo contrario.
Cuéntenme, cuál es la historia, quién ha decidido hace años que fumar está mal?
Mientras trate de no joder a los demás y se preocupe por eso, si quiere fumar,
señor, FUME. Pero hágase cargo. Si quiere ir a la popular y cantar hasta perder
la voz hágalo, se lo ruego. No vaya a la platea, o peor aún, verlo por la tele
porque “ya no estoy para esas cosas”. Señora, no vea esos dvd’s, cierre
Youtube, tómese un bondi y vaya a ver a la banda o solista que le gusta.
Escriba, señora, pinte, toque el piano. Póngase una musculosa fucsia si le
gusta y que le chupe seis pelotas si sus axilas no son lo que eran a los 20.
Vaya, disfrute de ir a la plaza.
Ahora que me digo plaza me acuerdo:
Hace años tengo ganas de juntar a amigos míos de mi edad, que esa gente traiga
otra gente, y ser, no sé, quince, dieciséis personas, y jugar una escondida,
una mancha. Todos nosotros, treintones con poco aire, y si hacemos una escondida?
Quiero 4, 5 amigos de la infancia y una pelota. Hagamos un 25, por dios! Por patada en el orto, obviamente. Vayamos a comprar al kiosco unas Yapa, unas Punch. Cómo? Claro que todavía existen! Cómo no van a existir! Sos vos el que se alejó, ellas estuvieron siempre! Alquilar una cancha de Paddle y hacer un quemado. Por qué no? Por qué no juntarnos quizás una vez a jugar al Mario en vez de el torneo de PES en la play? Por qué no ese tatuaje, por qué no ese arito?
Quiero 4, 5 amigos de la infancia y una pelota. Hagamos un 25, por dios! Por patada en el orto, obviamente. Vayamos a comprar al kiosco unas Yapa, unas Punch. Cómo? Claro que todavía existen! Cómo no van a existir! Sos vos el que se alejó, ellas estuvieron siempre! Alquilar una cancha de Paddle y hacer un quemado. Por qué no? Por qué no juntarnos quizás una vez a jugar al Mario en vez de el torneo de PES en la play? Por qué no ese tatuaje, por qué no ese arito?
Y comprate las All Star, pelotudo, si
te encantan. Y andá a la popu a alentar al equipo, tu lugar siempre estuvo y
eso en la cancha se respeta. Andá a ver ese show, en vivo suenan bárbaro.
Tratá, una puta vez en tu vida, de hacer algo que quieras vos, y dejá de
permitir que los dogmas, la tele, la radio, Facebook, los diarios, el
carnicero, la señora de la esquina, el señor ministro, el cura de la iglesia,
papá, mamá, tu marido, tu esposo o el prospecto de la Adermicina te indiquen la
vida que tenés que seguir.
Y te aclaro: Me importa tres carajos
que te parezca que este texto sea del cagatachos de Claudio María Domínguez o
del pelotudo de Ari Paluch, porque hasta en eso trato de emplear el hecho de
hacer lo que se me cante, y seguramente si pensás eso es porque tampoco te
permitís disfrutar de leer algo que no sea la página que te da órdenes, y te
estarás preguntando qué hacés acá, en el blog de dos boludos que juegan a ser
escritores, perdiendo tiempo en estas letras que se te van clavando bien bien
despacito en la garganta para
acompañarte por un buen tiempo, hasta que te mueras o hasta que te crezcan
huevos que sean un poco más grandes de los que tenés.
Fer.
viernes, 8 de junio de 2012
Relaciones Unilaterales
La mirada, simple y sin más, siempre conllevaba a una sonrisa
compartida, a un chiste, a una risa, era así, cada vez que estaban juntos, sea
donde fuere ellos lograban divertirse.
Cuando la madre de Manuel murió, ella se entero pasada la tarde, sabía
que estaba mal, lo había notado preocupado durante semanas, pero ese pseudo
pacto que tenían, en el cual ninguno debía interesarse demasiado por la vida
del otro, le había impedido preguntar mucho más de lo que él quisiera contarle
sobre el tema, Manuel solamente algunas veces hacia algún comentarios sobre sus
niños, a lo que ella sonreía amablemente, jamás mencionaba a su mujer y Julia
verdaderamente lo agradecía en silencio. Pero la tarde en que velaban a la
madre de Manuel, ella decidió salir, sutilmente, de ese velo de sombras en que
ambos vivían.
Tomo su cartera, esa que la había sorprendido comprándola, ella no solía
hacer ese tipo de compras, muchos de los rincones del universo femenino no eran
existentes en ella, incluso muchas veces renegaba de tal cosa, veía a sus
amigas arregladas, pasar horas en la peluquería y no podía mas que entender que
era un despilfarro de tiempo, el cual podía ocuparse en otras cosas... -si no
paso una hora cambiándome para venir al trabajo, puedo salir un poco más
temprano de casa, pasar por un vaso de café e ir tomándolo mientras camino a la
oficina y me fumo un cigarrillo, un jean, unas zapatillas y una remera no me
hace peor team leader que a vos que te llevo una hora y media salir de tu
casa - solía decir mientras arqueaba una de sus cejas al hablar con algunas de
sus compañeras de labor.
Camino hasta la puerta de entrada a su departamento y volvió unos pasos
hasta la mesa donde estaba esa media esfera que servía de llavero y tomo las
llaves del coche, había pensado en tomar un taxi, pero se arrepintió a último
momento. La casa velatoria quedaba a unas 30 o 40 cuadras del departamento, en
una zona de antiguas calles adoquinadas, le gustaban esas calles, le recordaban
a las de Buenos Aires y mientras durara el viaje se sentiría feliz de
recorrerlas, no se sentiría tan extranjera o tal vez si y aquellas piedras solo
la trasportaban a su lugar por un rato.
Estaciono una cuadra antes y todavía con las manos en el volante pensó
si debía entrar en realidad, si su sola presencia no levantaría sospechas y
tendría todas las miradas sobre ella, no conocía a nadie salvo a Manuel y ni
siquiera sabía si el se sentiría cómodo de verla, aunque fue él quien le mando
ese mensaje al móvil avisándole del acontecimiento, habían estado juntos en la
hora del almuerzo y era raro, más que raro que volvieran a saber el uno del
otro hasta el próximo día mas o menos a la misma hora, ella trabajaba solo a
dos calles de la oficina de Manuel y tenía dos horas para almorzar, él, cómo
era su propio jefe, hacia casi lo que quería con sus horarios, por lo tanto era
el momento del almuerzo y en la oficina de el donde se encontraban, ese era el
lugar que los dos habían sabido construir secretamente, era allí donde ella lo
miro a los ojos la primera vez y lo beso luego de su segundo almuerzo como
amigos, era en esa oficina en donde habían cultivado su relación, esa oficina
que parecía una casa más que un lugar para trabajar, a la esposa de Manuel le
había llamado la atención unos meses atrás ver una cafetera nueva, el no era un
hombre que soliera tomar café, un te cuanto mucho, pero no era amigo de las
bebidas caliente, Julia en cambio había dado literalmente un salto de alegría
al ver la cafetera nueva que el había comprado exclusivamente para ella y para
que no continuara con las quejas sobre no tener completamente a su disposición
aquella bebida negra.
Se miro ella misma a los ojos en el espejo retrovisor del auto, se puso
las gafas de sol y salió, guardo las llaves en su cartera marrón y la apretó
contra su cuerpo, como si el bolso aquel fuese una especie de salvavidas,
prendió un cigarrillo mientras caminaba y se seguro de apagar su móvil para
evitar que sonara y que quienes no hubieran advertido su presencia de golpe la
notaran.
En la puerta vio algunas personas, se alegro de divisar entre ellos al
hermano de Manuel, lo había conocido unos meses atrás cuando apareció
repentinamente y sin avisar un medio día en la oficina de su hermano mientras
ellos habían bajado a comprar café para ella. Manuel había abierto la puerta
mientras la besaba y para sorpresa de todos, su hermano estaba allí, buscando
unos documentos. No había sido la mejor forma de conocer a alguien del circulo
tan intimo de su amante había pensado Julia, pero bueno no podía hacerse mucho
más sobre la situación que en ese momento se había vuelto más que
explicita. Pero verlo allí, incluso a pesar de todo la tranquilizo, ya no debía
caminar directamente a Manuel para dar el pésame, ahora podría saludar a su
hermano primero y cuando los demás preguntaran sobre quien era ella, la
explicación se transformaría en un problema para el y ya no para ella o
Manuel.
Con un nuevo aire de confianza renovada se dirigió al más joven de los
hermanos, quien al verla el se sorprendió , Julia esbozo una sonrisa de calma,
se acerco, lo saludo con un beso en la mejilla y con un tono de voz bajo y
dulce dijo: - lo siento mucho en verdad, solo pase para saber si podía ser útil
en algo, lo siento, iré a saludar a tu hermano si me lo permites - , el joven
sorprendido ante la presencia de la mujer, la misma mujer que había visto con
su hermano tiempo atrás, esa mujer que debía tener su edad y no los diez años
más que su hermano le llevaba, se había materializado frente a él, sentía sus
nervios y eso lo hizo sentirse más nervioso o incomodo aun, Julia miro a la
mujer mayor que estaba junto a quien ella había inmolado solo con un saludo y
volvió a decir lo siento. Apretó nuevamente la cartera sobre su cuerpo, se
quito las gafas y entro a la habitación donde ella sabía estaría Manuel.
Al entrar en la sala lo vio inmediatamente, el también la vio a ella,
pensó en que bonito se veía con ese traje negro, pero trato de no fijar la
vista en el, busco ya que los conocía a los pequeños hijos de Manuel mientras
echaba una mirada rápida por todo el recinto, pero no logro verlos, a quien si
vio, sentada en un sillón tomando la mano de una anciana fue a Ana, la esposa
de Manuel, la conocía por fotos que estaban en la oficina la primeras veces en
que ella la frecuento, le llamaba la atención y la intrigaba como esas fotos
habían ido desapareciendo, recordó que cuando le pregunto a Manuel, este culpo
vagamente a la mujer que hacia la limpieza y dijo algo de marcos rotos y que
debía comprar nuevos pero siempre se olvidaba, Julia en ese momento no pudo
esconder la felicidad de creer que las fotos estaban desapareciendo por su
causa, sonrió y beso a Manuel.
Luego de aquel paneo visual y general volvió su vista a él, no parecía
fastidiado de verla, en mas le sonrió, disimuladamente y sin hacer demasiado
alarde de ello, eso la tranquilizo, se acerco, lo saludo tal como había hecho
con su hermano, le dio un beso en la mejilla y antes de poder decir lo siento,
escucho la voz de Manuel en su oído diciendo gracias, que bueno verte. Se
aparto de él cómo impulsada por un resorte, -necesitas algo?-, pregunto Julia.
-Ya no-, respondió Manuel con un tono de alivio.- Entonces mejor me voy
verdad?, solo quería saber cómo estabas.-
-Estoy bien quédate tranquila, gracias por venir, mañana no iré a
trabajar, no sé cuanto más tiempo lleve esto y me preocupa un poco mi padre,
pero cuando todo vuelva a la normalidad te llamo, está bien?- pregunto cómo
buscando aprobación sobre el itinerario a seguir, ella se sorprendió,
evidentemente podía reclamar mas atención de Manuel de la que ella creía que en
verdad podía, ya no eran solo pequeños gestos, pequeñas caricias en momentos
que no las requerían, era algún tipo de plan en el cual Manuel la incluía de
lleno, no sabía que decir, no sabía que pensar, estaba sorprendida, escucharlo
en voz baja, con esa voz que tanto le gustaba a Julia decirle aquello la
extraño profundamente. -Acomódate y ocúpate de lo que debes, el resto...luego
vemos, me voy - dijo mientras que por el rabillo del ojo vio a Ana acercándose,
- me voy, te dejo que des las explicaciones que puedas, ah, salude a tu
hermano en la puerta. - dijo mientras se acercaba para despedirse de Manuel, y
en ese instante el arremetió con todo sobre el corazón y la cabeza de Julia...-
te quiero nena, lo sabes, gracias - dijo y se aparto de ella para ir a
interrumpir el paso de su propia esposa.
Julia quedo inmóvil, esta vez cruzo la cartera sobre su pecho y la apretó
con sus dos brazos junto a ella, quería salir corriendo de ese lugar, si podía
junto a Manuel, pero si no, no importaba, quería salir corriendo, pero sabía
que no podía, apuro su paso lo mas rápido que pudo pero pensando que debía
regularlo sino parecería que estaba huyendo de algo y las demás personas podrían
pensar algo, cualquier cosa, y ella lo único que quería evitar era que alguien
de los allí reunidos pensara algo, lo que fuera sobre ella.
En la puerta casi que no pudo contenerse,....si alguien había oído lo
que Manuel le había dicho?, si Ana había escuchado?, pensó todo lo malo que podían
significar esas palabras saliendo de la boca de Manuel y se aterro, no
pudo contra ello, corrió, corrió muy rápido hasta su auto, metió la mano en su
bolso agarro las llaves, subió y manejo un par de cuadras escapando de algo que
ni siquiera ella sabía.
Finalmente a unas diez calles de la casa velatoria, estaciono en una
cuadra repleta de arboles.
Busco la caja de cigarrillo dentro del bolso que había tirado en el
asiento de acompañante, todavía estaba nerviosa y necesito revolver todo lo que
allí había hasta dar con la caja, saco un cigarrillo y lo prendió, noto que la
mano donde sostenía el encendedor le temblaba un poco a causa de los nervios,
se dijo a sí misma en voz baja dentro del coche, ya esta, ya paso como tratando
de tranquilizarse. Pensó en prender su teléfono celular, si Manuel a demás de
la muerte de su madre estaba ahora teniendo un problema marital, era su
responsabilidad y debía tener el teléfono prendido en caso que el necesitara
reprocharle a viva voz su aparición en el velorio. Era conciente de que aquella
situación había sido provocada solo por ella.
Estaba aterrada, comprendió en ese mismo momento como todo había
cambiado, las cosas ahora eran diferentes, ella estaba completamente enamorada
de Manuel, pero el había dicho aquellas palabras y para ella habían sonado como
una sentencia, ahora la persona que estaba del otro lado había materializado
sus sentimientos, se los había tirado encima como una bolsa pesada de la cual
ella debía hacerse cargo, las cosas no tenían que ser así pensó un y otra vez,
al tiempo que las lagrimas ya empezaban a saltarle de los ojos, ella no quería
que Manuel la quisiera, eso la comprometía, la obligaba a actuar en
consecuencia, alguien iba a esperar de ella, eso la incomodaba tanto, le
erizaba la piel. si algo le gustaba de aquella relación era justamente eso que Manuel
había echado a perder solo unos minutos atrás, ella estaba lista para cuando
llegara un final, ella sabía perfectamente que podía manejar sus sentimientos, jamás
le habría hecho sentir esta carga a él, empezó a enojarse, al tiempo que
pensaba que la acción se había tornado estúpida desde el momento que había
salido de su departamento. las cosas no eran así y no debían ser así, aquel “te
quiero” era cruel, había transformado una relación unilateral en algo de a dos,
en algo compartido y Julia no podía hacerlo de esa manera.
Relaciones Unilaterales
A modo de infidencia, puedo
comenzar contándoles que, una vez que seleccionamos el tema definitivo de
charla, suelo tener una especie de momento clave. Ni bien queda asentado el
tópico, siento que llega a mí una epifanía, una suerte de revelación, en la
cual puedo ver todo el texto escrito, su desarrollo, su comienzo y hasta su
final. No obstante, justo es decir que ninguno de los textos que este blog
adornan es el fiel resultado de las mencionadas revelaciones.
En el caso de las relaciones unilaterales
no pude evitar en ese primer momento ponerle rostros a la frase. Se me
aparecieron caras, situaciones, personas, hasta incluso barrios o divisiones de
colegio, trabajos, oficinas. En diferentes momentos de mi vida tuve, y sigo
teniendo hasta el día de hoy, muchas relaciones unilaterales. Sobre todo de
amistad. Gente que ha gozado de mi presencia, gente que la ha exigido y gente
que nunca la pidió y no fue necesario. Gente que, cuando yo la necesité, no
llegó a ser siquiera mensaje de texto. Aún hoy tengo ejemplos de personas que
han manifestado públicamente ser mis amigos y no han estado presentes en uno
sólo de mis problemas. Incluso no sabrían decir a ciencia cierta dónde vivo o
he vivido. Y, curiosamente, no hace mucho medité acerca de estas relaciones
unilaterales, pensando concretamente en eliminarlas, en quitar ese lastre, ese
bagaje de gente completamente inútil, esa carga de gente que no aporta
absolutamente nada pero sí se cree en condiciones de exigir. Y es en ese
análisis que recordé, casi con ternura, al querido Fito, Adolfo Pedraza.
Adolfo llegó a Buenos Aires a
los 9 años proveniente de Jujuy. Su papá Roque había logrado exitosamente
asentarse en su trabajo de fábrica, y en cuanto tuvo la chance envió el giro
que posibilitaba que su mujer y el pequeño Fito vayan a descubrir ese mundo tan
raro y enorme que parecía Buenos Aires. El momento del reencuentro en Retiro, a
dos años de la última vez de verlo, es algo que Adolfo nunca pudo olvidar. No
sólo volvía a tener un papá; también, por el mismo precio, tuvo un papá nuevo.
Un papá feliz.
Fito se puso el guardapolvo y
hecho una pelota de nervios fue de la mano de su mamá a la escuela. No había
sido fácil anotarlo en mayo, pero una milagrosa vacante apareció en cuarto
grado para su suerte. Aquella escuelita
del barrio de Coghlan era como todas las primarias; un patio de baldosas azules
y blancas, muy oscuras. Un busto de San Martín pintado de dorado, un escenario
para los actos cuya parte trasera estaba repleta de mesas y sillas rotas, un
aro de pelota al cesto que nunca nadie usó, despintado hace décadas de un
celeste triste y pálido, ese color inequívoco de las cosas olvidadas. Fito
entró al salón, olió el aserrín con el que barría la portera, olió la tiza,
sintió el roce frío del jogging azul. Todos lo estaban mirando, hasta podríamos
decir que lo estaban estudiando, pero Fito estaba ajeno a eso. No pudo sentir
ninguna mirada, ningún estudio, ningún olor, calor o frío, y al mismo tiempo
sentir todo eso junto en el momento en que sus ojos se cruzaron con los de
Agostina Torres.
No es complicado pensar que
desde ese momento la vida de Fito tuvo un norte claro. Para Agostina, sin
embargo, el momento había sido el mismo que llovía en ese grado esa mañana
templadita de Coghlan; llegó un chico nuevo, mirémoslo para después serle
indiferente, para después cargarlo, para finalmente tenerle lástima e ignorarlo
definitivamente mudándolo allá, del otro lado del salón, allá en las vecindades
de la ventana, allá donde no llego a ver, en ese otro barrio del salón que no
conozco.
Las amarillentas fotos del
viaje de egresados de primaria los muestran lejos, siempre en diagonal. Igual
que en el salón. El colegio secundario de Agostina fue un misterio que durante
esos cinco años Fito quiso desentrañar, sin éxito. Se rumoreó en algún momento
una mudanza, una tía en Palermo…nunca se pudo confirmar.
Preocupado por la situación de
su hijo y viéndolo cada vez más retraído en sus pensamientos, don Adolfo tuvo
la feliz idea de hacer debutar sexualmente a su hijo. Seleccionado el lugar (un
tugurio infecto de la calle Brasil, en el siempre complicado barrio de
Constitución), Fito accedió sólo para dar a su padre la idea de que su hijo era
en realidad un chico feliz, viril y seguro de sí mismo. La cruel realidad que
devolvía el espejo matutino era totalmente distinta; Fito dejaba correr sus
días en una monotonía constante, había hecho de su amor por Agostina su mayor
impulso, su religión. Estudiaba y trabajaba con el mismo desgano de todos los
días, pero el éxito no le era esquivo, ya que el faro que lo iluminaba no le
consumía más que imaginación; todas sus energías físicas eran puestas en su
trabajo y su estudio. Fito vivía de manera absolutamente mecánica; estudiaba
Licenciatura en Kinesiología y Fisiatría en la UBA y trabajaba en un estudio
jurídico en el que avanzó rápidamente, pasando de cadete a tener su propio
escritorio desde el cual manejaba toda la burocracia que entraba y salía de esa
calurosa oficina, ahí, a una cuadrita de Tribunales, en la calle Tucumán.
Rápidamente aquel chico
provinciano comenzaba a hacerse un nombre importante; renuncia a los 30 al
estudio, logrando un buen arreglo monetario; sumado a un oportuno préstamo
bancario consigue abrir su propio consultorio en un noveno piso de un coqueto
edificio a estrenar, y ya con el diploma colgado pudo inaugurar su nueva etapa
de kinesiólogo oficial.
Coghlan se revolucionó; Fito
rápidamente pudo hacer una cartera de clientes y hasta incluso tuvo que
contratar una chica para que le ordene los turnos. A menudo no podía almorzar o
comer tranquilo. Mujeres grandes, hombres jóvenes, lastimados, deportistas; la
fama de Fito fue expandiéndose de tal manera que al año de abrir el negocio
decidió levantar las publicidades de las revistas barriales porque
prácticamente no tenía espacio para clientes nuevos, y aunque se sabía
totalmente infeliz, ese norte definido e indefinido que resultaban los ojos de
Agostina no le consumía mayor impulso que soñarla con los ojos bien abiertos en
su cama, cuando se acostaba y la almohada le chamuyaba un futuro con sus ojos.
Ojos que, como el perspicaz
lector habrá supuesto, se presentaron acompañando a su portadora una fría
mañana de agosto. Agostina nunca se había mudado del barrio, y su trabajo como
secretaria en una oficina del centro porteño le estaba empezando a pasar
factura. La mala postura ante la pc y el exceso de mouse la tenían a maltraer,
y la fama de ese jujeño mágico que tenía a las viejas saltando la soga en el
Centro de Jubilados llegó a la puerta de su casa. Era cuestión de tiempo,
nomás.
Se presentó con la secretaria
y esperó mientras hojeaba una Cosmopolitan. A metros de ella, Fito sentía cómo
le sudaban las manos, cómo un nudo de más de veinticinco años se le clavaba en
la garganta. Tres veces agarró el picaporte, tres veces se frenó. Se sentó en
la camilla y lloró en silencio. Había leído “Agostina Torres” en la ficha, la
había espiado por una ventanita que comunicaba a la recepción. Era ella. Todo
su mundo era ella. Todos estos años.
Se secó las lágrimas, respiró
hondo, miró de nuevo. La ventanita no permitía que se vea de afuera hacia
adentro y verla de nuevo lo animó. Pudo ver que no llevaba ningún anillo
puesto, sonrió tímidamente. Se miró al espejo, se acomodó el peinado.
Finalmente y después de respirar hondo otra vez, abrió la puerta con timidez, y,
con un hilito de voz, dijo “Agostina Torres…pase, por favor”.
Qué garca Fito. Cuando andaba
deprimido me llamaba, pero cuando yo estuve mal…ni un mensaje de texto
siquiera, querés creer…
Que se vaya a cagar.
Fer
viernes, 1 de junio de 2012
no niego, es la realidad
El tema es que hará cosa de, no
sé, un año, me detectaron una enfermedad jodida. La verdad que no me la veía
venir.
Me acuerdo
que en el momento de la noticia el Dr. Robledo me miró por encima de sus
anteojos. Viste Aníbal Fernández? Es igual, la misma cara. De hecho las veces
que lo vi me acuerdo que me había hecho una especie de mini juego interno para
zafar el momento, y me apostaba a mí misma que le iba a poder ver los dientes
superiores, pero sus bigotes siempre me cagaban y nunca me compré el Toblerone
en la vuelta a casa. Las apuestas, nobleza obliga, hay que cumplirlas. He
tratado artilugios como decir algo muy agudo para hacerlo reír tirando la
cabeza hacia atrás. Se cagaba de risa, pero al día de hoy sigo sin verle los
dientes.
La cosa es
que ese día me siento y me mira por encima de los lentes sin marco. Los baja
hasta el tabique y me dice “Mirá, Melina…es necesario que entiendas que esto
que te voy a decir ahora tiene la relevancia justa que vos le des, y cuanta más
relevancia le dás más lo estás fortaleciendo…vos sabés que hoy por hoy la
ciencia…”, bue, les ahorro el quilombo, estoy en una cama cagando lentamente la
fruta. Me acuerdo que cuando Robledo me tira esto yo internamente me puse a buscar
dolores, molestias. Viste cómo es esto, salís a la calle hecha una campeona y
te encuentra una vecina que te dice “Ay Meli, qué linda estás…estás más
gordita!” y automáticamente te sentís hinchada, te empiezan a apretar los
pantalones, el corpiño te asfixia y sentís peligrar la salud del ojo del
perrito de la vecina si el botón del jean llega a saltar como vos sentís que
vas a hacerlo. Bueno, me puse a revisar en mí algún dolor, una molestia,
algo…nada. Me sentía perfecto. Ya no escuché mucho más, asentí cuando el tordo
ponía cara de esperar respuesta, me rajé en cuanto pude, listo el pollo.
En el bondi
estudié la situación. A ver, qué hacemos con esto. Necesitamos ayuda. Yo tengo
una tendencia de mierda a decir las cosas de la manera más cruda que pueda
haber, pero me pareció que era buena la idea de consultar diferentes personas
con diferentes puntos de vista para saber cómo coño encarar mejor lo que me
estaba pasando. Total, a ver, lo que depende de los médicos no me incluye más
que como paciente. El tema es cómo encararlo mejor para que me rompa las
pelotas lo menos posible.
-
- Mamá, me estoy muriendo. Acto seguido, llantos, cajita de cristal, vas a ver
que no va a pasar nada mi amor, vas a ver que está todo bien. Yo no voy a dejar
que te pase nada mi chiquita, no digas así, creeme cuando te digo que.
-
- Padre, me estoy muriendo. Acto seguido, hija, no digas así, el Señor está
velando por tu salud en todo momento y esta será sólo una prueba que debes
sortear porque en realidad lo que está ocurriendo es que.
-
- Licenciada, me estoy muriendo. Acto seguido, yo creo que estás intentando
visualizar el peor escenario para tratar de crear una capa que te proteja, es
nada más que un mecanismo de defensa que estás utilizando, en realidad no creés
que te estés muriendo pero tu subconsciente te indica que.
- - Amigos, me estoy muriendo. Acto seguido, no hablés pelotudeces, no ves que te
agarraron a tiempo, no pasa nada, abrazo fuerte, esta noche salgamos, lo mejor
es que te despejes, que pienses en otra cosa, vamos a escabiarnos así no te
focalizás en que.
- - Abuelo, me estoy muriendo. Acto seguido, no mi alma, quedate tranquila y ni
pienses en eso, yo voy a ir a ver al pastor esta noche y me gustaría que
vengas, el siempre sabe, igualmente voy a prenderle también una velita a mi
santo, vos sabés que siempre que.
- -
Pastor, me estoy muriendo. Acto seguido, estos son los casos imposibles que
Dios siempre soluciona, la vida hermosa que tenés, mirá tu juventud, vos no te
estás muriendo, yo te aseguro que si venís todas las semanas nunca tu doctor va
a entender qué pasó porque Dios, DIOS es quien logra mediante la fe que.
No
importaba lo que haga, yo les estaba planteando una situación concreta. Ninguno
siquiera tuvo la idea de fijarse si por una de esas putas yo tenía razón.
Dieron por sentado que yo les estaba preguntando “Che, qué les parece? Me estoy
muriendo?”. Y no, se los estaba contando, a ver señores, estos son los hechos,
qué les parece a ustedes, que no lo están atravesando, que sería el mejor
camino para aceptarlo?
Pero
no, no lo habían aceptado ellos. Tampoco lo están aceptando ahora que ni
siquiera puedo levantar el brazo, que apenas les puedo expresar algo con un
guiño de ojo, ahora que lo único que hacen es llorar y compadecerse de mí,
ahora piensan en mí? Ahora piensan en mí, manga de soretes? Todo este tiempo
estuvieron ocultando la realidad, MI realidad, porque no eran capaces de
aceptarla, y me querían convencer falsamente que mi realismo en realidad era
negativismo?
Ahora no me
lloren un carajo, sigan pensando que la vida correcta es vivir a lo Flanders,
sigan creyendo en chanchitos rosa. Sigan pensando esa farsa de “Piensa bonito,
que si piensas bonito, sucede bonito”. Esa frase sólo queda linda si la dice
Milagritos López, la gran verdad es que si pensás bonito sucede como tenga que
suceder, y si sucede como el orto, tu palo, tu desilusión, tu angustia, van a
ser mucho mayores, porque en vez de analizar los diferentes escenarios posibles
sólo analizaste el éxito, sólo analizaste la victoria, y por no haber siquiera
sospechado que podías perder es que la derrota te golpea tan fuerte que no
sabés cómo carajo levantarte. Así es como te deja tu pareja. Así es como tu
equipo desciende. Así es como perdés.
Así es como
ustedes están todos llorando con un cadáver que se ocuparon minuciosamente en
no ver venir, así es como yo, la negativa, estoy tranquila. Porque me la ví
venir, porque lo que dependió de mí lo hice, porque la luché hasta donde pude,
y también porque les dejo una hermosa piedra en la cabeza a todos ustedes,
manga de giles, que cuando les pedí ayuda terminé consolándolos yo.
Fer.
no niego, es la realidad
*
- Me dice que conmigo no puede
hablar, que ante todo siempre estoy negando, pffff…como quiere que no niegue,
si no hace más que proponer boludeces, si alguien viene y me dice mira voy a
frenar el tren de las 6, si el rápido que va a la Pampa de pecho, y seguro que
no me pasa nada, yo necesariamente le tengo que decir que lo van a juntar con
cuchara, entendes…. –
- si, yo te entiendo el punto pero….vamos,
vos sos una persona negativa –
- es ahí donde te equivocas, yo
no soy una persona negativa, yo no creo que todo este mal o que todas las
acciones del mundo estén mal, yo lo único que creo es que si me venís a
plantear una boludez es obvio que te voy a decir que no, y no cualquier no, un
no fundamentado, como corresponde, no un no porque no –
- Laura, vos te acordas esa vez
que le dijiste que no podía aceptar el laburo de México, el flaco lo había
recontra pensado y era la oportunidad, después pasó lo que pasó no?, pero bueno,
le habría servido de experiencia mas no sea –
- ahí está!, mira como vos sola
te metes al matadero, “después pasó lo que pasó”, no me jodas, después pasó que
la empresa quebró y los dejó a todos varados allá, ahora… si vos queres creer
que yo le cagué la carrera porque le dije que estaba laburando para un par de
garcas …allá vos y el hecho de no poder ver mas allá de tu nariz, -
- bueno, otro ejemplo, el otro día
cuando vino Pablo todo contento a decirnos que se iba a construir la casa, no
pará, no te rías, dejame terminar vos viste la cara con la que se fue cuando
terminamos de cenar…-
- y que querías que le diga, a
ver lo banco, hasta te diría que le tengo aprecio, pero se va a construir la
casa en el fondo de la casa de la madre, porque se quiere ir de la casa de la
madre…hola? –
- pero no tenías derecho a
tirarle la ilusión a la mierda –
- mirá si viene y me lo comenta
está buscando mi opinión, además se supone que disque amigos somos –
- sí pero igual Lau, está mal,
fuiste re negativa –
- a ver vamos de nuevo, con el
mismo racionamiento que le hice a él, se muda de la casa de la madre para
construirse en el fondo de la casa de la madre, con una madre muuuuy parecida a
la mía, invasiva que no entiende jamás cuando está rompiendo las pelotas y que
todavía creen que tenemos 10 años, se construye en el fondo de la casa de la
madre porque necesita rajar de ¡esa! madre, de la misma forma que necesite yo
hace mmmmmmmmmmm dejame pensar 12 años
antes?, ya esta grande y pelotudo como para no resolver el Edipo, y al flaco no
se le ocurre mejor idea que esa –
- no es que se le ocurrió, no
tiene otra opción, vos viste lo que es la vieja, y no le dan los números para
un alquiler –
- momento, momento, si se le ocurrió
y ahí está tirando la guita, por qué?, porque ese tipo de gente, ósea ese tipo
de madres no lo entienden… entonces sabes que, la doña se piensa que le están
haciendo un quincho, va a ser igual de invasiva, metida y rompe pelotas, Pablo
lo único que está haciendo es hacerse una pieza cariiiisima, nada más. –
- no, es al pedo con vos, sabes
que tiene razón Andrés, que seas más negativa sería imposible,…-
- no, no es negativismo es
realismo, te gusta bien, no te gusta anda a hablar con tus otras amigas Juli…-
- bue, ya esta te salió la soberbia
de adentro, no podes con vos misma es al pedo, cambiando de tema, cuando lo
vamos a conocer –
-no, lo van a conocer…-
- yo sabía, te juro que sabia…a
ver por qué no lo vamos a conocer? –
- eh, porque no Juli, me cuesta
a mí que los quiero a veces ser amiga de ustedes, no lo van a conocer, no lo
voy a exponer a que tenga que estar hablando con el pelotudo del marido de Clara
mientras hace el asado. Lucas es diferente, es mas como yo, no lo van a
conocer, me cuesta a mí a veces hablar con ustedes, lo llego a llevar uno de
los días que nos juntamos a cenar y se vuela la tapa de los sesos y no quiero,
a mi me gusta – sonrió, al tiempo que reflejo una mezcla de capricho y
superioridad con la mirada.
-sos tan odiosa Lau, pero tan
odiosa, sabes qué?, no lo queres traer no lo traigas, seguramente tendrán
grandes temas de conversación vos y el pobre flaco ese que te banca, no lo
traigas-
- no lo voy a llevar, eso está
claro desde un principio – rió, miró el reloj, sabía que en un rato debía salir
hacia el instituto, tenía que dar clases y estaba bastante intrigada de por qué
su amiga le había propuesto tomar un café
cuando solían juntarse a comer bastante seguido, así que decidió
arremeter y preguntar… - Ju, paso algo que dijiste de juntarnos? –
Julieta dudo, tenía una noticia
que darle a su amiga, pero sabia que ella iba a tomarla y acto seguido
destrozarla, derrumbarle todos los castillos que había construido, romperle la
ilusión en mil pedazos, por eso había decidido sacarla del grupo, para que no
abriera la bocota delante de todos, para que no la pusiera en vergüenza, si
había que recibir las balas mejor sin testigos, Laura decía que se le
dificultaba ser amiga de ella, pero no sabía en realidad lo que le costaba a
Julieta.
- Me voy a casar Lau, nos
casamos con Rodrigo en diciembre, eso es lo que te quería decir . – y se quedo
callada, sin más que agregar esperando el palazo de su amiga.
- Está bien, me imagine que
venía por ahí, no voy a decir nada, ya sabes que creo que Rodrigo es un boludo,
pero bueno pienso eso del 90 % de la raza humana, que le voy a hacer?, no te
voy a decir nada.-
Julieta comprendió que era
preferible la negatividad de su amiga, que sin eso no tenia colchón, ese colchoncito
que Laura sabia amoldar mejor que nadie para que las caídas no fueran tan
fuertes, entendió que con esos no cuidaba, los bajaba a tierra, los llamaba a
la realidad.
(* Aviso:
antes que nada esta fue una semana particularmente rara, no importa si rara
buena o rara mala, pero rara es la palabra, así que disculpen por este texto
que es lo peor que he hecho en muchísimo tiempo, no lo lean, está todo bien, es
realismo.)
Mariana.
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