…qué gran punto mi adorada
Mariana, qué gran punto hemos decidido tocar. Qué gran punto, cómo aplaudo y
celebro poder tener la chance de desparramar algunas letras analizando qué
hemos aprendido, de qué, cuántas aristas tiene esto. Son esos goles que salen
de un rebote, esos rebotes amigables que se dan poco pero en momentos clave,
esos imposibles de desaprovechar, esos que se recuerdan con el tiempo.
“Como vos y como nosotros
tres, que viajando en el sonido nos soñamos ayer y lo cumplimos hoy” canta
Iorio. 50 años recién cumplidos Ricardo, cuánto habrá aprendido en ese camino
que fue desde soñarse hasta ser? De quiénes? No puedo saberlo pero fui testigo
de los resultados de esos aprendizajes, en ese puñado de discos de distintas
bandas que son fotos de una persona con el paso de los años. La urgencia, la
rebelión, la parsimonia, el aburrimiento, el pedo en la cabeza, todas fueron
fotos de un Ricardo Iorio que dejó asentado en cada letra dónde estaba, por
acción o también por omisión. También atestigüé a Metallica, su álbum negro y
la explosión mundial, su pelo corto con un mundo puteándolos y tratándolos de
trolos, atestigué incluso a los que los puteaban cómo llenaban tres River en
distintos años, y aparte de reirme también aprendí. Atestigué a Fito Páez pasar
de antihéroe barrial a héroe inalcanzable, atestigué instituciones, uy dio’,
las instituciones! Atestigüé gobiernos enteros que nos llevaron por donde
quisieron, y lo que no pude atestiguar en el momento me preocupé por
atestiguarlo para ver qué se puede aprender.
En esos libros que son fuente absoluta y constante de aprendizaje hasta
en las novelas de Poirot. Cuánto se aprende de ellos, qué maravilla…pienso en
la iglesia, puta, qué fuente inagotable de enseñanzas…ah claro, no se entiende
dónde estoy yendo, perdón, pero…qué enseñanza es más fuerte? Cuando se aprende
lo que hay que hacer, o cuando se aprende lo que no hay que hacer?
Porque claro, es casi
simple contarles qué he aprendido, de hecho acabo de mostrar una fotito pequeña.
Sería esta la parte positiva…vamos a intentar resumirlo, porque podría
seguramente estar varias páginas analizando y compartiendo mi experiencia
personal. Sería eterno mencionar todo lo que he asimilado de los acordes que me trae la
música, desde el mismo momento en que recuerdo que la conocí como tal, desde
ese clave y puntual 1987, de esa noche que nunca pude olvidar en la
desaparecida casa de mi igualmente desaparecida abuela, ahí en un Villa Crespo
que era barrio como tal, completito, y no como ahora que ha reducido su tamaño
a favor de varias distintas formas de decir “Palermo” en una guerra de
tilinguería dialéctica absolutamente digna del momento citadino. Esa noche
estaba en la escalera que iba a la terraza. Mirá, allá está el helecho, ese que
cada tanto (porque algo de culpa me daba) le agarraba una hoja desde una punta
y tiraba hacia abajo, “Srrrrrrrrrac!”, y dejaba sólo el palito y todas las
hojas caían en mi otra mano que estaba abajo esperando ser el receptáculo de la
maldad. Y eso que yo recuerdo como culpa seguramente no es tal; es aprendizaje.
Bueno, esa noche en que la música dejó de ser algo que estaba de fondo para mí
la recuerdo vívidamente. Y es curioso, porque uno generalmente no recuerda un
día entero de su más tierna infancia, al menos en mi caso tengo highlights, y
pensándolo bien…no serán acaso esos highlights que tengo en la mente y reviso
de tanto en tanto los momentos que me han enseñado? No son acaso esas las
pruebas de carne del momento aprendido, no son los primeros tatuajes que me han
dado esta cara, este aspecto, esta forma de hablar?
Esa noche conocí a la
música, y desde ese día hasta hoy me ha enseñado un enorme porcentaje de lo que
soy. A nivel mental, a nivel físico y en especial a nivel emotivo. A ver…déjenme
simplificarlo. Vieron que hay palabras que no son tangibles, que uno cree que
entiende cuando el otro la usa pero no lo entiende del todo. La esperanza, el
amor, el odio, cuando uno las escucha cree que más o menos el otro siente lo
mismo, pero no es muy probable. Hay gente que, como yo, por odio se aleja.
Otros por odio asesinan. Y en el medio de nosotros hay millones de formas
distintas de mostrar y sentir el odio. Una de esas palabras es “pasión”, y de
la música y del fútbol he aprendido y tengo una idea bastante acabada de lo que
esa palabra significa para mí, y mueve cada músculo de mi cuerpo.
Yo aprendí de la pasión. Era tan simple
como eso y me extendí, quizás para que evitar que tengan sólo una frase de mi
parte.
Fer
No hay comentarios:
Publicar un comentario