La
vergüenza de género es algo con lo que suelo toparme con mucha más frecuencia
que la que necesito y que la que me gustaría, pero ahí está, constantemente
amenazante, esa sensación que me hace llevarme la palma de la mano a la frente
y mover la cabeza en forma negativa desaprobando todo lo dicho en ese momento
por la persona de mi mismo sexo que tengo en frente.
El
sentimiento no discrimina ámbitos, me lo choco en una reunión social (las
cuales últimamente trato de evadir esgrimiendo una infinidad de escusas), en
una clase, en un café, en el colectivo…en todo lugar las mujeres me dan
vergüenza. No se me acuse de rechazar a mi propio genero, pero si se vieran
expuestos a la cantidad de situaciones bochornosas a las cuales yo he sido
testigo, compartirían conmigo el sentir, y ojo que no hablo de una mina que se
pone unas calzas de leopardo y sale a la vida, hablo de cosas diferentes, de
minas que preguntan a viva voz como se hace un huevo duro, porque a ella
siempre o le queda crudo o se le re cocina.
Hablo
de minas que desde que son madres dejaron de ser cualquier otra coas, no dudo
de los milagros que produce la maternidad (bueno si dudo), pero entablar una
conversación con alguien que suelta alegremente que su hijo/a es la razón de su
vida, me hace preguntarme si antes del nacimiento del infante aquella mujer
carecía de sueños, de ideales y de expectativas, me hace entrar en la duda si
tenía una vida tan chiquita y tan chata que necesito de un bebe que dependa las
24 horas de ella, para encontrarle un sentido a su vida. Esta clase de mujeres
que encuentran su leitmotive en la maternidad, descartando las infinitas
posibilidades que también tenemos las mujeres que hemos decidido no ser madres,
me dan vergüenza, porque de verdad habla de una vida tan chiquita, que hasta
asusta.
Hablo
de estas mujeres que están constantemente ancladas en los 16 años, y hacen a
los 30 corazoncitos con el nombre de ella y su novio, que cuando hablan de su
pareja utilizan adjetivos como bichi, amorsis o pelotudeces semejantes, esa mujer
que decide ser ama de casa, mirar la novela de las 4 y vivir en el país de
felicitonia, estas minas que renuncian a ellas mismas a costa de unas
vacaciones en Puta del Este, una salida a comer los sábados, y unas botas de
mil mangos.
En
realidad creo que me da vergüenza de género esa clase de mina que no entiende
que en la soledad es cuando uno se reencuentra con uno mismo, que no puede ver
que los logros personales son una gran cosa y que traen paz al alma, que no
puede ver que no es necesario ser una barbie todo el tiempo, que un jean y un
par de zapatillas puede ser la forma de andar por el mundo que elijen otras
mujeres y que eso no las hace menos capaces que ellas, las minas que solo se
permiten transpirar en un gimnasio desconociendo lo diferente que es transpirar
al son de una gran canción en medio de un recital rodeada de 20 monos donde
señores debo confesar, jamás me tocaron el culo deliberadamente. Estas minas
que con 40 años siguen siendo Lauritas o Moniquitas. Esas que lloran durante
años por un divorcio, por un abandono.
Damas
no busquen la aprobación de los demás, no busquen buscar ser el centro de la
escena, hablar a los gritos en un café sobre su vida sexual, no consuman la Para Ti , o a Rial, no lean
libros de autoayuda hay cosas tan lindas en la literatura y mucho mas
atrapantes, no se planchen sistemáticamente todas el pelo, se parecen unas con
otras todo el tiempo, no usen polleras cortas si no tiene unas buenas patas, no
digas que un hijo de 4 años no puede ser controlado, tampoco uno de 14…busquen
la forma de reconciliarse con el mundo, eviten que en el otro lado de la
habitación alguien sienta vergüenza de tener el mismo sexo que ustedes.
Buena
semana para ustedes, la mia ha sido verdaderamente un desastre.
Mariana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario