viernes, 20 de abril de 2012

Dialéctica Al Pedo.


Vos a mi no me entendes!-

Paula aun no salía de su asombro, de una forma tan infame, Martín  le había escupido… vos a mi no me entendes, le parecía canalla, la llenaba de bronca, de impotencia. Después de la discusión, ella tomó su cartera y salió a caminar, necesitaba despejarse, pensar como la persona con la que había convivido los últimos 4 años de su vida podía levantar esa afirmación tan desentendido de todo, tan impunemente.

Llegó a una plaza, buscó un banco donde no daba ni por completo el sol ni la sombra, prendió un cigarrillo y una vez más trato de racionalizar la frase, lo primero que se vino a su memoria fue aquel momento cuando el televisor se había roto y a medida que pasaban los días y el aparato continuaba sin funcionar, ella comenzó a sentirse más a gusto, pasaron casi tres semanas hasta que le comento a Martín, lo lindo que era estar sin el televisor, que se había vuelto a amigar con su vieja radio, que las cenas eran mucho más tranquilas y que además por la calidad de programas que últimamente mostraban creía que lo mejor que había pasado en los últimos días era el hecho de que el televisor dejara de funcionar, no recordaba que estaban haciendo cuando ella le comento aquello, pero si recordó que no pasaron 24 horas hasta que Martín llegó a la casa con un nuevo televisor, ella lo miró sorprendida y preguntó por qué?, a lo que recibió como respuesta un simple… me gusta mirar tele cuando llego del trabajo.

Recordó todos los momentos en que ella preguntó, cómo estás?, Cómo te sentís?, Cómo te fue hoy?, y suspiro al darse cuenta que la respuesta siempre había sido la misma, un seco y desganado… bien. Pensó en todos los momento en que ella le había contado como había transcurrido su día y de golpe  recordó que cada vez que su cumpleaños se acercaba ella pasaba una cierta cantidad de días, enumerando las cosas que le gustaban, incluso le decía, en qué lugar había visto tal o cual cosa, para finalmente el día de su cumpleaños recibir cualquier tipo de cosa, menos alguna de las que ella esperaba.

Sonrió con desdén al pensar en aquella tarde en la que ella había comprado flores en la feria cerca de su casa, y que cuando estaba acomodándolas en la mesa de la cocina, le comento a Martín que detestestaba los claveles, que creía que eran flores solo para los muertos, para recibir el día de su aniversario, un ramo de claveles.

Vos a mi no me entendes!-, cada vez que re pensaba aquella frase, más vil le sonaba y más cosas venían a su memoria. Ella había hecho todos los esfuerzos posibles para que el silencio no reinara en la casa como en esos últimos tiempos, pero solo lograba cortarse con la voz de alguno de ellos dos cuando respondías alguna llamada telefónica o por el infame ruido del televisor.

Últimamente pensaba que extrañaba aunque sea discutir, ella había perdido las ganas de decir cosas, de preguntar, no tenía sentido seguir tratando para terminar chocarse una y otra vez contra aquella pared en que se había convertido Martín.

Había comenzado a oscurecerse, por lo que decidió volver al departamento, se prendió otro cigarrillo y comenzó a caminar de regreso, se sintió mejor cuando paso por aquel negocio que vendía chucherías y que la fascinaba, creía que era muy pretencioso para la cuidad en la que vivían, sonrió, pero inmediatamente recordó que una tarde se había decidido a entrar al negocio y hasta se aventuro a charlar unas pocas palabras con la dueña, compro una pequeña caja para te, mas por el compromiso que sentía por haber entrado que porque realmente le gustara, pero llego feliz a su casa y le conto a Martín lo que ella sentía como una aventura particular al tiempo que señalo la caja que había puesto casi escondida en los anaqueles de la cocina, y fue ahí que la sonrisa que había conseguido al pasar por allí se borro… recordó que días después de aquella tarde Martin le pregunto de donde había sacado aquella caja, que era realmente horrible.

Apuro el paso hasta su casa.

Vos a mi no me entendes! – durante los últimos cuatro años lo único que había intentado Paula era entenderlo.

Cuando llegó a la casa, se dirigió directamente al cuarto, se subió al taburete a los pies de la cama y se estiro para alcanzar una valija que guardaba en la parte más alta del ropero, le resulto pesada y ella no logro manipularla muy elegantemente, la puso sobre la cama y guardo toda su ropa allí, en un bolso más pequeño guardó las demás cosas suyas que tenia desparramadas por el departamento, lamentó no poder llevarse todos sus libros y sus discos, pero quería terminar con esto antes de Martín volviera a  la casa.

Se sentó un segundo en su escritorio, del cajón superior tomo un sobre y un papel, escribió algo, puso el papel en el sobre, lo cerró y lo dejó sobre la mesa de la cocina, recorrió con la mirada toda la habitación, allí había vivido los últimos 4 años, y verdaderamente le gustaba el lugar y el barrio, pero ya había tomado la decisión. Cerró la puerta y al atravesar el hall, depositó las llaves en el buzón correspondiente al departamento, para que Martín las encuentre cuando fuera a recoger el correo.

Cuando Martín llegó, vio el sobre a primer golpe de vista, tenía su nombre en el frente por lo tanto lo abrió, no entendió porque dentro del sobre solo había un papel en blanco, sin ningún tipo de frase, llamo a Paula y fue en ese momento cuando comprendió que ella lo había dejado.

Lo que tal vez nunca comprendió fue el hecho que Paula, ya no usaría mas dialéctica al pedo, al menos, no con él.





Mariana

No hay comentarios:

Publicar un comentario