Vos
a mi no me entendes!-
Paula aun no salía de su asombro,
de una forma tan infame, Martín le había
escupido… vos a mi no me entendes, le parecía canalla, la llenaba de bronca, de
impotencia. Después de la discusión, ella tomó su cartera y salió a caminar,
necesitaba despejarse, pensar como la persona con la que había convivido los
últimos 4 años de su vida podía levantar esa afirmación tan desentendido de
todo, tan impunemente.
Llegó a una plaza, buscó un banco
donde no daba ni por completo el sol ni la sombra, prendió un cigarrillo y una
vez más trato de racionalizar la frase, lo primero que se vino a su memoria fue
aquel momento cuando el televisor se había roto y a medida que pasaban los días
y el aparato continuaba sin funcionar, ella comenzó a sentirse más a gusto,
pasaron casi tres semanas hasta que le comento a Martín, lo lindo que era estar
sin el televisor, que se había vuelto a amigar con su vieja radio, que las
cenas eran mucho más tranquilas y que además por la calidad de programas que
últimamente mostraban creía que lo mejor que había pasado en los últimos días
era el hecho de que el televisor dejara de funcionar, no recordaba que estaban
haciendo cuando ella le comento aquello, pero si recordó que no pasaron 24 horas
hasta que Martín llegó a la casa con un nuevo televisor, ella lo miró
sorprendida y preguntó por qué?, a lo que recibió como respuesta un simple… me
gusta mirar tele cuando llego del trabajo.
Recordó todos los momentos en que
ella preguntó, cómo estás?, Cómo te sentís?, Cómo te fue hoy?, y suspiro al
darse cuenta que la respuesta siempre había sido la misma, un seco y desganado…
bien. Pensó en todos los momento en que ella le había contado como había
transcurrido su día y de golpe recordó
que cada vez que su cumpleaños se acercaba ella pasaba una cierta cantidad de
días, enumerando las cosas que le gustaban, incluso le decía, en qué lugar
había visto tal o cual cosa, para finalmente el día de su cumpleaños recibir cualquier
tipo de cosa, menos alguna de las que ella esperaba.
Sonrió con desdén al pensar en
aquella tarde en la que ella había comprado flores en la feria cerca de su
casa, y que cuando estaba acomodándolas en la mesa de la cocina, le comento a
Martín que detestestaba los claveles, que creía que eran flores solo para los
muertos, para recibir el día de su aniversario, un ramo de claveles.
Vos a mi no me entendes!-, cada
vez que re pensaba aquella frase, más vil le sonaba y más cosas venían a su
memoria. Ella había hecho todos los esfuerzos posibles para que el silencio no
reinara en la casa como en esos últimos tiempos, pero solo lograba cortarse con
la voz de alguno de ellos dos cuando respondías alguna llamada telefónica o por
el infame ruido del televisor.
Últimamente pensaba que extrañaba
aunque sea discutir, ella había perdido las ganas de decir cosas, de preguntar,
no tenía sentido seguir tratando para terminar chocarse una y otra vez contra
aquella pared en que se había convertido Martín.
Había comenzado a oscurecerse,
por lo que decidió volver al departamento, se prendió otro cigarrillo y comenzó
a caminar de regreso, se sintió mejor cuando paso por aquel negocio que vendía
chucherías y que la fascinaba, creía que era muy pretencioso para la cuidad en
la que vivían, sonrió, pero inmediatamente recordó que una tarde se había
decidido a entrar al negocio y hasta se aventuro a charlar unas pocas palabras
con la dueña, compro una pequeña caja para te, mas por el compromiso que sentía
por haber entrado que porque realmente le gustara, pero llego feliz a su casa y
le conto a Martín lo que ella sentía como una aventura particular al tiempo que
señalo la caja que había puesto casi escondida en los anaqueles de la cocina, y
fue ahí que la sonrisa que había conseguido al pasar por allí se borro… recordó
que días después de aquella tarde Martin le pregunto de donde había sacado
aquella caja, que era realmente horrible.
Apuro el paso hasta su casa.
Vos a mi no me entendes! –
durante los últimos cuatro años lo único que había intentado Paula era entenderlo.
Cuando llegó a la casa, se
dirigió directamente al cuarto, se subió al taburete a los pies de la cama y se
estiro para alcanzar una valija que guardaba en la parte más alta del ropero,
le resulto pesada y ella no logro manipularla muy elegantemente, la puso sobre
la cama y guardo toda su ropa allí, en un bolso más pequeño guardó las demás
cosas suyas que tenia desparramadas por el departamento, lamentó no poder
llevarse todos sus libros y sus discos, pero quería terminar con esto antes de
Martín volviera a la casa.
Se sentó un segundo en su
escritorio, del cajón superior tomo un sobre y un papel, escribió algo, puso el
papel en el sobre, lo cerró y lo dejó sobre la mesa de la cocina, recorrió con
la mirada toda la habitación, allí había vivido los últimos 4 años, y
verdaderamente le gustaba el lugar y el barrio, pero ya había tomado la
decisión. Cerró la puerta y al atravesar el hall, depositó las llaves en el buzón
correspondiente al departamento, para que Martín las encuentre cuando fuera a
recoger el correo.
Cuando Martín llegó, vio el sobre
a primer golpe de vista, tenía su nombre en el frente por lo tanto lo abrió, no
entendió porque dentro del sobre solo había un papel en blanco, sin ningún tipo
de frase, llamo a Paula y fue en ese momento cuando comprendió que ella lo
había dejado.
Lo que tal vez nunca comprendió fue
el hecho que Paula, ya no usaría mas dialéctica al pedo, al menos, no con él.
Mariana
Mariana
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